divendres, 9 de novembre del 2012

Apagón



"La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir"
 Gabriel García Márquez



Llegaba tarde al trabajo. Los viernes eran despiadados, en ellos se acumulaba la falta de descanso de toda la semana, las horas de sueño invertidas en letras absurdas que poco aportaban al mundo. A las seis de la mañana las paredes de la nave industrial crean una atmósfera gélida que atraviesa el alma, sólo un buen trago de café con leche le recuerda sus virtudes a la carne. Eso y el infalible eco en mitad de la madrugada.

Jane reunía fuerzas para afrontar la última jornada antes del ansiado fin de semana cuando se quedó a oscuras. Una avería había dejado sin electricidad a ese sector del polígono mostrando la fragilidad de la sociedad al completo. La puerta se abrió y una sonrisa obscena erguida en el quicio le susurró una idea. Ella la moldeó convirtiéndola en una proposición. Se cerró con un ligero golpe a sus espaldas mientras avanzaba hacia la silueta. Se colocó detrás y acariciándole con distracción el culo se metieron en el cuarto de los ordenadores. Se giró y la suavidad se tornó urgencia. La agarró fuerte y la apretó contra él sin encontrar resistencia alguna. Ella le besó primero, no atiende a convicciones sociales. El sabor de la avidez, el aroma mezcla de aftershave y aceite de motor, el tacto rudo, el ronroneo de las máquinas y los destellos de una decena de leds resistiendo en la oscuridad. Apenas unos segundos, tiempo suficiente para incendiar el pequeño habitáculo hasta que oyeron una voz conocida. Desenredó sus piernas y la dejó con cuidado en el suelo. 

Ya había vuelto la luz y se mordía el labio entre suspiros ante la pantalla de su ordenador recordando sus palabras. No tiene que enterarse nadie. No aprendería nunca...


Las despedidas unidireccionales a medio renquear aportan el matiz rojo que falta a su fiebre de otoño. Visto lo visto habrá que clavetear el alma encauzándola a la amnesia.