dimecres, 3 d’abril del 2013

Bella



El más irreflexivo e incomprensible. 

Conocí a Ale en el Museu de la Ciència, cuando aún se llamaba así. Sus ojos todo lo devoraban, su sonrisa transparente y ese "algo" que desprendía me atraparon desde el principio. Esa misma noche un amigo en común, quien nos había presentado, me invitó a asistir a una cena en un recodo boscoso de Collserola cuya anfitriona estaba a la altura de cualquier expectativa. Mareíto. 

Contando ese día como una sola ocasión solo quedan dos más en que nos hayamos visto. No ha habido charlas por messenger, ni llamada telefónica alguna, únicamente un par de mensajes, quizá tres, al año.  Los primeros brotes de hierba siempre me recuerdan a ella.

"Me voy un año a Australia!!! Estaré por Barcelona un día, dos como mucho. Me gustaría verte antes de irme. Un beso!"

Una tarde en Ciutadella charlando, jugando con mi enano y poniéndonos ligeramente al día. Un soplido de silencio, el momento de sincerarse:

- Es curioso que, siendo esta la tercera vez que nos vemos, me sienta tan conectada y de un modo tan especial. 
- También lo es que de toda la gente que tengo en la ciudad sólo haya quedado con mi madre, con un par de amigos y contigo. Sí lo es.

Soy capaz de enamorarme del aire y de todas mis mujeres lo estoy. Ale es aire y burbuja. Un polo magnético que sostiene mi asombro.

Hoy hace prácticamente ocho años que la conozco.