dissabte, 12 d’octubre del 2013

Tal dia farà un any



El frío aparece de golpe, como suele hacer. Sin previo aviso. Las subidas resultan menos dificultosas gracias al empuje del viento, que se arremolina alrededor de las caderas y asienta el paso hacia delante.

Estoy en mitad de la plaza, desértica debido a la hora y la temperatura. Nos clavamos la mirada. Impávidos. Nada se remueve, ningún recuerdo se abalanza, solo una pequeña cantinela que extravió su voz en el tumulto hace meses. La madera resiste el impacto de cientos de pies sin queja alguna.

He perdido la cuenta y los recuerdos con ella. No importa si fue cierto, si hubo engaño, si las hojas curvas desparecieron tras el fondo oculto de un cajón. Nada queda de aquellos días. 

El otoño se vierte sobre el paseo a media tarde y las partituras se estremecen bajo el plástico. 

Una khalessi deja que sus dragones emprendan solos el vuelo.